Hace un tiempo, cuando acababa de llegar de comer con unos amigos empecé a escribir esto…
Era una “Cena pic nic” con esos amigos que uno se encuentra en un momento de la vida, con los que te conectás desde un lugar donde ni siquiera pasás por la ficha técnica (donde trabaja, como está compuesta su familia, qué estudió, etc) y donde las charlas, por ende, fluyen como una catarata de palabras que, aunque inicialmente no lo parezca, hacen mucho sentido… al menos para los 5 comensales que estábamos reunidos en una mesa con comida para 12… o más…
Flor estaba contando cuál había sido el desenlace de una pelea con una ex amiga, qué, aunque parecía que habían sido muy amigas antes de este conflicto, en realidad resultaba más una historia de enemigas acérrimas que otra cosa… Y sin embargo había compartido infinidad de experiencias con la intimidad que uno genera en esos vínculos donde, especialmente las mujeres, hablamos de todo…
Mientras escuchaba el relato y los subsiguientes comentarios de los demás comensales entre risas, ironías, identificación de haber estado en esa situación, pensaba en la importancia de los vínculos que generamos…
La gente con la que nos relacionamos también dice mucho de nosotros… aquí no hay prejuicio ni una opinión acerca de cuales son buenos o malos vínculos… ni una “catalogación” de quien es una persona en función de aquellos con los que se rodea… eso lo sabe cada uno…
Si miro para atrás me doy cuenta cuanta gente quedó en el camino y no está en mi presente desde el diagnóstico…
Y aquellos que no quedaron en el camino, se modificaron notablemente… evolucionaron, creo yo, hacia lugares más sanos…
Con mis amigas de toda la vida, las del colegio, con las que cursamos desde sala de 4, tenemos un vínculo indescriptible, y son una real red de contención en las situaciones más variadas por las cuales nos toca atravesar… ahora… tenemos clarísimo y lo hemos hablado en contadas ocasiones: estamos muy seguras que si nos conociéramos hoy, a los 36 años muy posiblemente no nos volveríamos a elegir… somos tan distintas, hemos planteados mapas de vida tan diversos y extranjeros para las otras, que sería imposible entablar un diálogo como el que nos une hoy en día… porqué? Porque tenemos historia, y eso hace tengamos un acuerdo tácito de la elección que hicimos en un determinado momento y todo lo que conllevó esa definición. Somos compañeras.
Así también hay relaciones nuevas, gente que uno se cruza en alguna de esas actividades de introspección donde se manejan otros vocabularios y donde todo aquello que normalmente representa las primeras 10 preguntas de una cita, pasan a segundo plano…
Mi diagnostico me llevó a hacerme muchísimos replanteos en mi vida… no sólo a nivel personal, sino que me obligó a llevar a cabo una introspección dolorosísima y sumamente laboriosa que dejó atrás: médicos, terapeutas, novios, amigas, parejas, relaciones circunstanciales, conocidos, etc… y me llevó realmente a valorar algunas personas a quienes quizás no tenía la misma consideración que tengo hoy…
El balance de esta ecuación hoy tiene un saldo más que positivo. ¿Porqué? Porque empecé a ver en cada uno de ellos, un maestro… un guía, un abrazador, un levantador de ánimos en días de dolor, una compañera de caminatas, una madre, una hermana…
Todas las personas que están en nuestra vida, las que estuvieron y las que nos cruzaremos, son maestros… nos enseñan algo, el 95% de las veces sin darse cuenta y sin quererlo… Es rarisimo ponerse esos anteojos para ver su parte más sabia y sacarlos del rol que suelen cumplir, seguramente a la perfección, para ver sus gestos, sus formas de hacer las cosas, su manera de ver una situación, la gracia con la que encaran un problema, cómo resuelven un conflicto, como viven una experiencia…
Creo y he experimentado esto… Y en la medida en la que reconozco todo lo que no sé, en realidad, me enriquezco más… mi intercambio con los otros me permite entender todo lo que no veo de mí misma…
* * *
y de golpe, una tarde en que uno sale a caminar (un poco por obligación y otro poco por escapismo), me cruzo con Sofi en bicicleta, justo en el momento en que me sentía más sola, y después un amigo le mandó un mensaje a uno y otro a otro, y terminamos tomando un mate con budín casero de manzana que hace que ese domingo a la tarde tenga OTRO COLOR.
Esto, señores, es un regalo! Frente a lo cual sólo puedo entonces, decir: GRACIAS a quienes están, estuvieron y estarán…
pd: dedicado a los “berenjenas” y su enorme capacidad telepática de aparecer en los momentos en que más se los necesita!